lunes, 2 de octubre de 2017

Desarrollo desde un enfoque territorial diferenciado: La política social en Colombia



Universidad autónoma de Bucaramanga – Maestría en políticas públicas
Políticas Públicas y Desarrollo Local
Nombre: Laura Milena Otero Pilonieta




Desarrollo desde un enfoque territorial diferenciado: La política social en Colombia

Las políticas sociales son definidas en general como “un subconjunto de políticas públicas o como aquellas orientadas a la distribución de bienes públicos, a la superación de la ‘cuestión social y a la igualación social” (Valdez y Espina, 2011, p. 14). Promueven y se comprometen “con un menor patrón de desigualdad social” (Valdez y Espina, 2011); son parte de la estrategia de desarrollo y a la vez, un efecto de este.
Su diseño frecuentemente ha sido elaborado desde una perspectiva nacional en razón de los actores con capacidad para redistribuir los bienes públicos a favor de unos u otros grupos de beneficiarios y para influir de forma relevante sobre la dirección de los cambios sociales implícita en toda política social, como la Administración Pública y las Agencias gubernamentales. Los resultados de ello han sido la ‘impertinencia’ territorial, la descoordinación y gestión inadecuada en lo local; y por tanto la reducción en el impacto pretendido (Espina, 2011).
Es así como se pretende un desarrollo desde el enfoque territorial diferenciado y a través de la política social. Este texto reflexionará al respecto desde una breve referencia a la experiencia colombiana.

El enfoque como noción que alude al “ámbito de la conceptualización, al normativo y de los objetos y problemas sobre los cuales las políticas públicas actúan” ha centrado el debate del diseño y modelo de la política social. Enseña Espina (2011) que las polémicas y debates acerca de la política social adecuada y pertinente para la contemporaneidad latinoamericana, incluso en escenarios nacionales muy disímiles, incluyen el contrapunteo entre los enfoques de política social selectivo y de integración social y sus correspondientes estilos.
El primero hace referencia a una intervención estratégica y planificada sobre el cambio social en donde el Estado es la estructura en la que descansa la máxima capacidad para organizar las políticas sociales y coordinar a los actores involucrados. Las políticas sociales se orientan hacia la generación de márgenes de inclusión extensos y son garantía de satisfacción de necesidades de sectores poblacionales amplios. Su instrumento esencial es el gasto público social, a través del cual se ejerce una acción redistributiva de la riqueza sobre la base de la equidad y la justicia social. El segundo está centrado en la rehabilitación de poblaciones en situaciones de extrema vulnerabilidad a través de estrategias focalizadas y el ensanchamiento de los espacios de intervención de los actores privados vinculados al mercado; por tanto combina instrumentos de asignación de recursos a los desfavorecidos al involucrar diferentes actores dado que descansa en la disminución de la capacidad del Estado para regular los mecanismos económicos y distributivos (Espina, 2011, p. 32).
Para Valdez (2011) se trata de un debate sobre el modelo más adecuado para una política social que sea justa, eficiente y sustentable en lo que respecta a su aplicación universal o focal. Sin embargo, ninguno resulta plenamente adecuado pues mientras las políticas de acceso generalizado o universal producen desequilibrios fiscales y escasez de recursos las de focalización concentran solo en grupos establecidos la acción del Estado, sin que impacten significativamente el bienestar pretendido pues frente a fenómenos como la pobreza no solo se requiere la destinación de recursos sino la generación de oportunidades (p. 17). 
            Otro enfoque que converge en el diseño de la política social es el carácter más o menos centralizado de sus instituciones; enseñan Rufián y Palma (1993) que desde sus inicios la política social fue planteada desde el nivel central. Esto obedeció entre otros factores a la movilización de enormes recursos financieros y humanos que demandaban la implementación de las políticas sociales y que “sólo” podía disponer el Estado; así mismo a la conciencia creada en la ciudadanía de demanda de servicios sociales que son competencia de la administración central; y a la búsqueda de la mejora de los indicadores sociales a nivel nacional y el carácter general de los problemas en los sectores en donde la política centralizada era más eficaz. (p. 111).  Al tiempo y particularmente con ocasión a los fenómenos de expansión urbana y globalización el enfoque descentralizado se considera eficiente para la prestación de los servicios sociales pues no solo permite mayor participación de la sociedad sino que permite manejar de manera heterogénea los problemas sociales que se presentan (Franco, 1989, p. 117). 
            Nuevamente ninguno es suficiente pues la política social no puede ser vista por separado del orden institucional a través del cual se planifica, financia e implementa. De allí que el carácter relativamente descentralizado de dicho orden incidirá en su eficiencia y en la factible participación de sujetos y actores. De igual forma sin una adecuada participación de actores debido a una excesiva centralización, la política social tenderá a burocratizarse y hacerse clientelar; a la vez un alejamiento de la administración central generará un control inadecuado de los resultados pretendidos. (Valdez y Espina, 2011). 
            Por su parte, el modelo de política social condensa el debate entre el enfoque nacional o territorialmente diferenciado; aquel arraigado a la noción del centralismo y de acceso generalizado que define desde el nivel más alto la necesidad a cubrir y el servicio a prestar; y este consecuente con la focalización estratégica y la descentralización. Para Baráibar (2013) la introducción desbordada del elemento territorial genera la ilusión de la posibilidad de recrear a escala local todo aquello existente en el ámbito global, incrementando las demandas a la política social con un insuficiente recurso; pero al tiempo la distancia de lo local ha sido un factor importante en el fracaso de la política social. (p. 27).
            El enfoque dicotómico resulta también inadecuado pues si bien debe tener en cuenta las diferencias territoriales, sobre todo las existentes entre el campo y la ciudad, los grandes y pequeños centros urbanos, así como entre los territorios más y menos deprimidos; la instancia local no es todo el territorio y por ello es importante que se tenga una mirada de lo nacional como parte y se piense en su conjunto. (Valdez y Espina, 2011). 
            La experiencia de la política social en Colombia ha estado marcada por el debate sobre el enfoque más adecuado. Para Ciro (2013) el cambio en la concepción estatal del desarrollo y la organización económica del país en el contexto de la apertura de los años 90, a través de la cual se liberaliza la economía y se deja bajo la lógica de la oferta y la demanda el acceso a determinados bienes y servicios regulados por el mercado sin intervención del Estado; y el desequilibrio social que causa en el acceso a determinados bienes, que expresan un aumento considerable en los niveles de pobreza en el país, movilizan la política social.
            Programas como Familias en Acción surgen en ese contexto en el cual “la apertura económica no logró asegurar bajo las lógicas de la oferta y la demanda el acceso social generalizado a bienes primarios” (Bernal, 2003, p. 2) y por tanto buscan recomponer el panorama sobre pobreza en Colombia a través del aseguramiento y mejoramiento del ingreso o renta de las familiar con un subsidio en dinero que permita el acceso a salud y educación. Su enfoque centralista, nacionalizado pero focalizado-condición de pobreza- parte de la premisa que el aumento de la renta mejora las condiciones de bienestar. (Ciro, 2013).
            Así mismo estrategias como Red Unidos y Jóvenes en Acción presentan un nivel de gasto público pequeño que limita su impacto y particularmente la consecución de objetivos a largo plazo de superación de la pobreza pues los criterios de salida de los programas no obedecen a ello sino a condiciones como “cumplir 18 años, independientemente si ha culminado o no los estudios de secundaria, también por la desvinculación del joven o niño del sistema educativo o por el incumplimiento en la verificación de requisitos de crecimiento y desarrollo”(Bernal, 2003, p. 5). De igual forma, la falta de coordinación entre los diferentes programas, agencias y niveles de gobierno reduce su eficiencia y efectividad (OCDE, 2016).
            Los enfoques predominantes sobre el diseño de la política social han llevado a que su nivel de prestación para la población pobre o vulnerable no esté diferenciados por ingresos ni por ningún otro indicador de estándar de vida. La mayoría de las prestaciones se entregan sin que se use una tasa de reducción o escala decreciente; la prestación se paga en su totalidad o no se paga en absoluto. Este enfoque produce discontinuidades en la distribución de ingresos y por lo tanto genera muy elevadas tasas fiscales marginales efectivas (o nudos) y distorsiones tanto en los incentivos laborales como en la formalización.
            Se genera además inequidad horizontal, resentimiento público y oposición, ya que los que se encuentran marginalmente por encima del umbral (y por ende quedan excluidos) podrían terminar en peores condiciones que los que se encuentran ligeramente por debajo del umbral (y por ende están incluidos) una vez que se toma en cuenta los pisos de los programas mencionados. (OCDE, 2016).
            Visto ello se plantea la necesidad de un desarrollo desde el enfoque territorial diferenciado y a través de la política social. Como se mencionó este enfoque “reconoce al territorio como factor de desarrollo, como unidad, tanto para la observación y la actuación, así como para la gestión y planificación estatal” (Schneider y PeyréTartaruga, 2006). Se trata así de una construcción social, una estructura activa y un agente de desarrollo. Por ello, propugna la vinculación territorial de las políticas de desarrollo. (Delgado, 2015).
            Esto supone un abordaje multidimensional del desarrollo en el que se tiene una visión sistémica y holística del territorio y un enfoque que apuesta por el “desarrollo humano”. Va de la mano con los procesos de descentralización y con el tránsito de una función tradicional que concebía al gobierno local como proveedor de servicios sociales hacia una nueva concepción de un gobierno local impulsor del desarrollo desde las redes empresariales, los clusters, los conglomerados y las cadenas productivas. (Delgado, 2015).
Bajo este nuevo enfoque de desarrollo, la política social y el espacio de lo local cobra una importancia clave en la medida que se privilegia el análisis de la estructura económica y social interna y el grado de articulación productiva, los cuales requieren de indicadores sobre la capacidad de desarrollo local (Alburquerque y Dini 2008: 10). Así supone un planteamiento integral y contextualizado sobre el funcionamiento de las economías, que junto con las medidas de tipo macroeconómico promueva la mejora de la gestión, la innovación tecnológica y los cambios socio-institucionales (Alburquerque y Dini 2008: 10).
Se trata de un enfoque integral que desarrolla la articulación y la complementariedad entendiendo que “sin su universalidad la política social no llegará a toda la población ni se garantizará la igualación social; sin su aplicación focal, no dará suficiente cuenta de las diferencias extremas, como la pobreza y la marginalidad” (Caballero, 2007, p. 156); y que para el caso colombiano teniendo en cuenta sus dinámicas específicas se torna necesario.

Referencias
Alburquerque, F., y Dini, M. (2008). El enfoque del desarrollo económico territorial. Sevilla: Ministerio de Economía y Hacienda - Instituto de Desarrollo Regional
BERNAL CASTILLO, Fernando. (2003). Gobernanza pública, violencia y políticas de alivio a la pobreza. La ampliación del marco conceptual del programa Familias en Acción. Bogotá: Universidad Externado de Colombia

Caballero García, José Francisco La política integral como respuesta a la multidimensionalidad de la pobreza Espacios Públicos, vol. 10, núm. 19, agosto, 2007, pp. 150-168 Universidad Autónoma del Estado de México Toluca, México

CIRO RÍOS, León Sigifredo y OSPINA GRAJALES, María del Pilar. (2013). “La política social en Colombia: una mirada al programa Familias en Acción”. En: Virajes, Vol. 15, No. 2. Manizales: Universidad de Caldas
Delgado, Enrique. Marco de referencia común sobre gestión educativa descentralizada, territorio y enfoque territorial. Mesa Interinstitucional de Gestión y Descentralización Consejo Nacional de Educación .
ESPINA PRIETO, MAYRA PAULA. Polémicas actuales sobre enfoques y estilos de política social. El caso cubano: http://unesdoc.unesco.org/images/0021/002109/210941s.pdf
Franco, R. Buscando la equidad a través de las políticas sociales. Apss ILPES, Julio de 1989
OCDE.(2016)  Reviews of labour market and social policies: Colombia. [En línea] recuperado de: https://www.oecd.org/fr/els/emp/OECD-Reviews-of-Labour-Market-and-Social-Policies-Colombia-AR-Spanish.pdf
Rufián, Dolores y Palma, Eduardo. La descentralización problema contemporáneo en América Latina.  Dirección de programa y políticas sociales, 1993. http://archivo.cepal.org/pdfs/1993/S9300072.pdf
Schneider, S. y Peyré Tartaruga, I. (2006). Territorio y enfoque territorial: de las referencias cognitivas a los aportes aplicados al análisis de los procesos sociales rurales. En: Manzanal, Mabel; Neiman, Guillermo y Lattuada, Mario. (Org.) Desarrollo Rural. Organizaciones, Instituciones y Territorio. Buenos Aires: Ed. Ciccus, pp. 71-102