domingo, 14 de mayo de 2017

Enfoques y modelos de desarrollo económico desde la visión de Hirschman: Reflexiones sobre el proceso de industrialización del sector agropecuario en Colombia.

 

Laura Milena Otero Pilonieta[1]

 Resumen

 Comprender el proceso latinoamericano de industrialización desde los diferentes planteamientos de Hirschman referente a los enfoques y modelos de desarrollo económico, corresponde al primer aspecto esencial a analizar.  

Con igual propósito, el ensayo intentará relacionar la visión de Hirschman y otros autores de apoyo, con una apreciación general del tipo de estructura industrial específicamente en el sector agrícola que se ha logrado consolidar en Colombia durante los últimos años. Exponiendo al final, la idea de la necesidad de introducir en el campo estrategias de planificación eficientes desde la formulación de una política pública agropecuaria que proyecte en el largo plazo el desarrollo agroindustrial del país.
 

Abstract
 
       Understanding the Latin American process of industrialization from Hirschman's different approaches to approaches and models of economic development corresponds to the first essential aspect to be analyzed.
 
       For the same purpose, the essay will try to relate the view of Hirschman and other support authors, with a general appreciation of the type of industrial structure specifically in the agricultural sector that has been consolidated in Colombia in recent years. The idea of ​​the need to introduce in the field efficient planning strategies from the formulation of an agricultural public policy that projects in the long term the agroindustrial development of the country.

 
I. A modo de introducción. 

 Los Estados contemporáneos encuentran en los procesos de industrialización interna una posibilidad estratégica de consolidar su participación en la integración global de forma efectiva para desarrollar las diferentes necesidades de cooperación, intercambios económicos, sociales, en seguridad, etc. Todo esto en la medida que la industrialización se transformó en una fuente dinámica de crecimiento económico y posicionamiento.
En el caso de Latinoamérica, y específicamente Colombia, la idea de un proceso de industrialización y desarrollo económico integral, en las últimas décadas se ha limitado entre otros aspectos que se analizaran a lo largo del texto, por una frágil estructura económica en los países de la región, que deben enfrentarse a grandes retos como las crisis financieras, de mercados, a los efectos de la globalización, representados en la profundización de la apertura económica, así como en  la dificultad de aprovechar el potencial de inserción en mercados internacionales, limitados claramente por las deficiencias en sus aparatos productivos, como el  sector industrial agropecuario que no ha logrado impulsar su propio crecimiento y ha mostrado su debilidad para contribuir plenamente al desarrollo económico regional y nacional.


Conforme a lo anterior, el presente ensayo pretende analizar de forma general desde el punto de vista de Hirschman, en contexto a sus planteamientos el proceso de industrialización del sector agroindustrial que se ha logrado consolidar en Colombia durante los últimos años, a su vez que se hace una breve revisión de los aspectos claves de los enfoques y modelos de desarrollo económico, propuestos por el autor.


Para esto, se realizará una breve referencia teórica de cada uno de estos elementos, señalando la relación respecto al tema objeto de estudio, desde un método descriptivo analítico, que ha utilizado como técnica la revisión bibliográfica de los textos centrales de referencia.  El documento está organizado en dos partes fundamentales que refieren a la presente introducción y resumen,  y en segundo lugar, el desarrollo de planteamientos teóricos, que integra los argumentos principales y una parte que sintetiza las ideas analizadas en ensayo. 

 

II. Desarrollo de planteamientos teóricos

 
La visión de Hirschman en la doctrina económica contemporánea, representa uno de los referentes teóricos más representativos para comprender el proceso de desarrollo económico, en especial de los países en Latinoamérica los cuales fueron referente clave de las tesis para el citado autor.  A esto, advierte acertadamente, sobre la naturaleza de la “industrialización tardía” latinoamericana y explica que: “durante las primeras etapas de la industrialización en nuestra región, el proceso tuvo lugar en forma gradual, a partir de la etapa clásica de desarrollo exportador y comenzó en plantas relativamente pequeñas que producían bienes de consumo con tecnologías importadas de los países industrializados, sin contar con una gran promoción estatal (Ocampo, 2008, p.44).

Conjuntamente señala Ocampo, (2008) que Hirschman asoció los orígenes de la industrialización latinoamericana a cuatro factores diferentes: “las dos guerras mundiales, las crisis de balanza de pagos, la creación de mercado interno generado por la expansión de los sectores de exportación y las políticas de industrialización que eventualmente se pusieron en marcha” (p.45). Situaciones que originaron cambios y características específicas a este proceso, derivadas por la diversidad y dinámica de los sectores económicos en la región, principalmente la industria que por décadas se ha buscado ubicar en escenarios de competitividad comercial que ayuden a los Estados y a los sectores privados a establecer relaciones comerciales internacionales sólidas, pertenecer a bloques económicos importantes, ejercer un liderazgo e influencia regional, e incidir en el entorno político como mecanismo para mantener su lugar estratégico en la toma de decisiones.  

En efecto, para Hurtado (2014) estas relaciones: “determinan el centro de cualquier política de desarrollo económica, y reflejan la lucha entre posiciones ideológicas y las alianzas políticas y sociales existentes en un país” (p.11).  Frente a los países latinoamericanos estos necesitaban de un elemento fundamental que habría incidido en el proceso de industrialización tardía de esta parte del continente, seria lo que para Hirschman significaría: “la carencia de una fuerte ideología industrialista y del peso de la burguesía industrial” (Ocampo, 2008, p.49).

Esta debilidad de la ideología y la burguesía industrial que señaló Hirschman, se reflejó por ejemplo en el caso de Colombia, en el precario apoyo al fomento de la industrialización de sectores estratégicos como el campo, que durante décadas se ha limitado entre otros aspectos a conservar un modelo latifundista, concentrando grandes porciones de tierra en grupos sociales con un fuerte poder económico, que además se niegan a establecer una coalición política y social transparente para generar una reforma agraria estructural que planifique el sector desde una política pública integral y  potencialice el sector como motor de la economía nacional.

 Se ha limitado entonces, el desarrollo económico del campo colombiano por la precaria idea de industrialización que tienen aquellos grupos sociales llamados a transformar la economía nacional desde el impulso de la modernización de los procesos de producción, que en este caso, la menor importancia de la innovación tecnológica implicó según (Ocampo, 2008) que: “el proceso de industrialización no hizo nunca el tránsito hacia una capacidad endógena de creación de conocimiento” (p.45), es decir, en ciencia, investigación y métodos tecnológicos aplicados que ayudaran al desarrollo integral de los procesos de formación de la industria agropecuaria colombiana.

Desafortunadamente, la industria agropecuaria en Colombia no ha logrado encontrar unos lineamientos eficientes que orienten éste sector en la dirección del crecimiento, transformación y modernización productiva, lo cual permita posicionar el campo nacional como un elemento estratégico de la dinámica productiva de la economía. 

Sobre esa base, es pertinente señalar que, las políticas de planificación del sector agroindustrial tradicionalmente se han enfocado en proponer sistemas de “competitividad de diversas cadenas productivas, pero los instrumentos de política implementados persisten sin poder abordar adecuadamente los verdaderos desafíos estructurales a los que se enfrenta el sector” (p.13). Los cuales podrían entenderse desde factores concretos que impactan el desarrollo agroindustrial en el país, que para la OCDE (2015) se configuran en determinadas áreas críticas como: “las infraestructuras, la investigación y el desarrollo (I+D) agrícola, la transferencia de conocimientos agrícolas y la reestructuración de explotaciones agrícolas – siguen recibiendo un apoyo muy escaso o inexistente” (p.6). Ideas que encuadran en los postulados de Hirschman.

Sumado a esto, advierte Maldonado (2010) la existencia de otros factores estructurales que han limitado el crecimiento del sector industrial en general del país en las últimas décadas, estos corresponde a:  “la vulnerabilidad de la estructura productiva ante las perturbaciones o choques externos asociados con los cambios en el entorno internacional, la velocidad de la apertura, los efectos de las fluctuaciones y turbulencia macroeconómica, el manejo de la política cambiaria, especialmente durante la década de los noventa, factores estructurales a nivel sectorial, y la incapacidad estatal para planear un modelo de desarrollo sectorial de largo plazo, que impulse la transformación productiva y posibilite la consolidación de un aparato industrial competitivo internacionalmente” (p.10).

Igualmente, la carencia de planificación de los territorios, la falta de financiación del campo en el nivel Nacional, Departamental y Municipal, ha obstaculizado la posibilidad de organizar desde una política pública integral el desarrollo de la agroindustria, y establecer lineamientos, correctivos y estrategias que en el tiempo permitan generar grandes impactos estructurales en beneficio de la comunidad rural y urbana.   El hecho que durante muchos años los gobiernos de Colombia no han invertido lo suficiente en el fomento de la industria agropecuaria, limitando aprovechar su potencial económico demuestran lo señalado, al referido la OECD (2015) indica que: “Esta escasez de inversiones, junto con la deficiente gestión de la tierra, el escaso éxito de las reformas del sistema de tenencia de la tierra y un conflicto interno que se prolonga desde hace décadas estrechamente relacionado con el tráfico de drogas, han afectado profundamente a la evolución y el desempeño del sector agroindustrial” (p.13).

Con referencia a lo anterior, es pertinente señalar que la industria agropecuaria en Colombia ha padecido las consecuencias de la adopción de unas políticas económicas deficientes y afronta importantes desafíos estructurales, al referido la (OCDE. 2015. P.6) advierte acertadamente que en el país: “Si bien actualmente el campo constituye un sector prioritario para el gobierno, el marco institucional de la política agrícola presenta importantes debilidades. La baja productividad menoscaba la competitividad del sector, que se ve afectada fundamentalmente por una infraestructura deficiente, el desigual acceso a las tierras y los conflictos relacionados con su uso, así como por la debilidad de las cadenas de valor”.

Complementariamente, el mismo estudio de OCDE (2015) indica algunos aspectos importantes a tener en cuenta por el país, para lograr su objetivo de crecimiento sostenible agroindustrial y superar los desafíos estructurales que históricamente han afectado al campo, a esto propone que:

Es necesario potenciar políticas que respalden su competitividad a largo plazo. Los recursos públicos deben destinarse a eliminar las importantes deficiencias existentes en el sistema de tenencia de la tierra, infraestructura, gestión del agua y del suelo, sistemas de inocuidad alimentaria y de salud animal y vegetal, infraestructura de transporte, sistemas de información de mercado, educación, investigación y desarrollo, servicios de extensión, asistencia técnica, etc. Asimismo, el ordenamiento institucional es débil tanto a nivel departamental como municipal, lo cual exige mejoras en la gobernanza y en la coordinación de la política agrícola (p.7).
 

En el marco de las ideas expuestas, y luego de analizar de manera general los diferentes aspectos que componen el problema actual del estancamiento del proceso de industrialización en Colombia. Sobresale entonces el punto de vista de Hirschman, (1958) citado por Ocampo (2008) cuando en medio de un panorama desalentador como el nuestro, señala que: “un proceso de desarrollo es más eficiente cuando genera una secuencia de desequilibrios que inducen inversiones o presiones para adoptar políticas económicas orientadas a corregirlos que, de esta manera, abren nuevas etapas del desarrollo” (p.51).

Sería entonces, el escenario ideal que quienes administran el país, entendieran estos postulados y reorientaran sus actuaciones a la reconstrucción de un modelo solido de agroindustria que contribuyera a superar las deficiencias y errores que por años han estancado este importante sector de la economía.  Hirschman consideraba que un cambio estructural de esta magnitud “es necesario para encaminar al país hacia el crecimiento, empezando con proyectos específicos y no con un gran empujón, con eslabonamientos hacia adelante y hacia atrás, que generen la capacidad de un proceso específico de desarrollo de inducir nuevas inversiones, que resulten en un papel positivo, si inducen inversiones u otras presiones hacia el cambio orientadas a corregir desequilibrios existentes. Así el desarrollo también genera nuevas fortalezas a partir de las tensiones que produce” (Hirschman, 1958, p. 63, citado por Ocampo, 2008, p.52).

En éste orden de ideas, para concluir, es necesario establecer que para lograr el mejoramiento y crecimiento del sector agroindustrial colombiano, se debe en primer lugar, comprender las lecciones del proceso latinoamericano de desarrollo económico desde la industrialización de los países. Hecho que ha repercutido en Colombia, en el crecimiento histórico de diversos sectores estratégicos para la economía nacional como el azucarero en el Valle del Cauca, el textil y químicos industriales en Antioquia, hidrocarburos, transporte y construcción ubicados en gran parte del territorio nacional, entre otros.

 Ahora bien, frente a la dinámica del proceso de desarrollo económico en Colombia, en el contexto del sector agroindustrial, queda claro que faltan muchos retos por cumplir, principalmente debido al: “progresivo debilitamiento y deterioro de la producción industrial relacionado en los últimos años, con una evolución hacia el estancamiento y pérdida de consistencia del proceso de especialización y diversificación productiva. Así como la estructura del producto industrial no ha logrado una recomposición hacia sectores de mayor valor agregado y mayor intensidad tecnológica”. (Maldonado, 2010, p.10)

Para terminar, es necesario pensar el campo y su desarrollo industrial de manera planificada y eficiente en el largo plazo, así como el aumento de la productividad y lograr altos niveles de competitividad e integración sostenidas en los mercados agroalimentarios regionales, nacionales y proyectarse a los mercados internacionales. Es prioridad entonces, el impulso y respaldo para la formulación de la Política Pública Agropecuaria nacional que oriente este sector calve de la economía, y validar en estas transformación los esfuerzos y el pensamiento vigente de Hirschman por comprender la dinámica del desarrollo económico y la industrialización en Latinoamérica.

 

Referencias bibliográficas

 

Hurtado, J. (2014) Cuad. econ., Volumen 33, Número 62, p. 7-31, 2014. ISSN electrónico 2248-4337.  DOI: https://doi.org/10.15446/cuad.econ.v33n62.43663

Maldonado Atencio, A. A. (2010). La evolución del crecimiento industrial y transformación productiva en Colombia 1970-2005: patrones y determinantes. Tesis de grado. Universidad Nacional de Colombia. Bogotá D.C. [En línea] Disponible en:  http://www.bdigital.unal.edu.co/2021/1/TESIS_ORIGINAL_OCTUBRE_12_(1).pdf

Ocampo, J. A. (2008). Hirschman, la industrialización y la teoría del desarrollo. Rev. Desarrollo y sociedad 62. PP. 41-61. ISSN 0120-3584.

OECD. (2015). Review of Agricultural Policies: Colombia 2015. Evaluation and Policy Recommendations.

 




[1] Aspirante a Magister en Políticas Públicas y Desarrollo. Universidad Autónoma de Bucaramanga. 2017. Ensayo presentado en el marco de la catedra de enfoques y modelos del desarrollo.

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